lunes, 14 de octubre de 2013

EL ULTRALIBERALISMO PASÓ AL ATAQUE

El psicólogo Daniel Gilbert dijo que "estamos dormidos en una cama en llamas". Las llamas son las de una III Guerra Mundial gestada en los albores de los años 70' del siglo pasado, época en la que el gran capital se dió cuenta de que tenía un problema. Su prestigio social en el mundo desarrollado decaía y el emergente estado social hurtaba grandes parcelas de negocio. Asímismo, la sobreproducción, el geométrico incremento de la población mundial y las restricciones a la libre circulación de capitales, estaban siendo un estorbo que "convenía" eliminar. El Imperio, EE.UU., estaba viendo, con vista a los cincuenta próximos años, su hegemonía contestada y altas probabilidades de que el mundo se orientalizara. Cuando los poderes fácticos se dan cuanta de que tienen un problema ponen el alma para solucionarlo. 

Eugene Sydnor Jr. era en 1971 Director de la Cámara de Comercio de los EE.UU. Por encargo recibió de Lewis Powell un informe cuyo título era "Memorando confidencial: ataque al sistema americano de libre empresa". Por si alguien no lo sabe aún, cosa bastante probable, la acepción "libre empresa" es un eufesmismo de capitalismo, palabra proscrita que siempre se ha camuflado y ocultado, por incómoda. Este Memorando acababa con una manifestación sorprendente que explica por qué el gran capital se creía en problemas: "..., el mundo de los negocios y el sistema empresarial están en serios problemas, y el tiempo apremia". Los consejos de Powell, como siempre pasa por estas cosas, ya venían con vocación de ser escuchados. Este manual trataba de proyectar a EE.UU. y al capitalismo en un mundo nuevo, una nueva era, y ellos iban a ser los encargados de crearla. El capitalismo, en EE.UU. y el mundo occidental, debía afrontar su nuevo despegue con la construccón de una sociedad neofeudal, basada en, como plantea David Harvey, la acumulación por desposesión y, por supuesto, en la propaganda, el miedo y la educación. En el siguiente link http://rebelion.org/noticia.php?id=158701 se accede al contenido de ese libelo. Lewis Powell, en un pormenorizado y críptico recorrido por todas las posibles líneas y campos de actuación del ultraliberalismo, hace primero un diagnóstico del problema, y continúa con el papel de la Cámara de Comercio, la doctrina ultraliberal en la universidad, incluso ya en las enseñanzas medias, la selección ideológica del profesorado, por supuesto los libros de texto, las escuelas de negocio, los medios de comunicación, las revistas científicas, los libros, la política, la judicatura, la libertad y la guerra. En suma, un museo de los horrores encaminado a la maximización del beneficio, sin que se note. Es imprescindible su lectura, no porque aquí se diga, sino porque historiadores de talla mundial de Josep Fontana han destacado este Memorando como el inicio, el pistoletazo de salida, de lo que hoy llaman "crisis económica", una guerra mundial sin bombas.

Estos auténticos revolucionarios se dedicaron durante los 30 años buenos del estado del bienestar en EE.UU. y Europa, excepto en España, Portugal y Grecia, a ganarse al pueblo dándole capacidad de compra aún a costa de un pequeño sacrificio, tener menos beneficios y dejar que los estados gestionaran múltiples servicios. El magnate Henry Ford lo expuso con claridad, cuando dijo que necesitaba pagar bien a sus obreros para que pudieran comprar sus coches. Dar para quitar en el futuro, provocando un estado de pánico, indefensión y paralización en la diseñada y ficticia clase media, garantizándose la imprescindible ausencia de contestación social. Su triunfo es sin paliativos, es más, la propaganda capitalista proyectada sobre todo a través de los medios de comunicación de masas, provoca que las clases populares den palos de ciego, y encuentren responsables en los que tan solo son cooperadores necesarios en la destrucción de la sociedad tal y como la conocemos. El que encuentra e identifica el problema tiene pocos altavoces a su disposición. Sus libros, si tiene oportunidad de que le sean editados, no estarán en las bibliotecas públicas y tendrán un precio disuasorio para quienes sus prioridades máximas pasen por asegurarse la manutención. Sus publicaciones en internet tendrán una difusión muy restringida y sus argumentos serán atacados sin piedad por los voceros del capital, amables economistas y políticos que, mirando a los ojos del humilde, le dice: "has vivido por encima de tus posiblidades" y "todo se está reestructurando para que en un futuro volvamos a estar bien".  

Vicente Verdú dice que el miedo es la materia prima que primero une a los seres humanos, y añado, solo puede tener miedo quien tiene algo que perder. En España, como en el resto de Europa, aún queda mucha gente que tiene mucho que perder, y que encima no sabe que le pasa, ni quien le ataca, o cree saberlo y yerra. Ese caldo de cultivo permite consolidar el nuevo feudalismo y sentar las bases de un mundo nuevo. El capital, además se ha dado cuenta que en esta nueva etapa ya no necesita consumidores. La economía productiva es costosa de mantener y tiene bicho, el trabajador. La especulación con el precio futuro de los alimentos, matando de paso a millones de personas aumentando el precio del trigo. Y si el capital se ha dado cuenta de que los consumidores somos supérfluos, tenemos en grave problema, comparable al de una guerra. Incluso para los empresarios, los de verdad, los que han hecho de un negocio un medio de vida. Para esos también pintan bastos, aunque no lo sepan o no quieran darse cuenta.

En suma, el ultraliberalismo se ha impuesto, sin contestación, sin un solo discurso de legitimación, solo a base de propaganda y miedo, y está arrasando con todo y eliminando lo supérfluo, sobre todo, las personas y el trabajo.

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