jueves, 5 de noviembre de 2009

AGUANTA, JOSE LUIS


A muchos nos ha sorprendido. Este socialista de la tercera vía está determinado a aguantar el chantaje del Capital en su país, España. Si que es cierto que no quiere, al parecer, abrir el debate de las SICAV, y con buen criterio. Una cosa en no ceder al chantaje del Capital, y otro agredirlo. Un político dedicado al interés general no puede permitirse tamaña frivolidad.

Falla el Presidente del Gobierno, y el Partido Socialista Obrero Español, en su política comunicativa, y no lo digo porque en cierta forma lo hayan reconocido.

El ejército de asesores de imagen, estrategas, aseores y periodistas de gabinete deberían recomendar al Presidente dirigirse a la Ciudadanía de la forma más clara posible.

Sobre el debate "subida de impuestos si" versus "subida de impuestos no" debería estar, como en campaña electoral, cogiendo el altavoz y explicando qué son, qué significan en un Estado Democrático, Social y de Derecho, y para qué sirven. Sabe bien el Presidente como lo hizo Barack Obama de bien, qué réditos electorales le supuso y como interiorizó gran parte del Pueblo estadounidense el mensaje.

Pero debe dirigirse a los que le han aupado dos veces a la máxima de las responsabilidades de gobierno, la clase trabajadora, los que son o deberían ser su "suelo electoral", y esos son, somos, quince millones de ciudadanos.

Al pairo de la crisis económica, objetivamente aún no muy larga, los voceros del Capital, la CEOE, el Gobernador del Banco de España, el FMI, la mayoría de medios de comunicación social y opinadores, y un largo etcétera braman por reformas estructurales en nuestro país. Agunos dicen lo que piensan, otros no, pero la mayoría piensa en lo más socorrido, en lo que ya se atrevió a hacer otro prócer socialista, Felipe González.

Realmente hablan de acabar con el Estado del Bienestar, si existe aún, y de paso hacer una reforma laboral que permita a nuestro país seguir practicando la competencia desleal del Trabajo con respecto a los países de nuestro entorno, y de paso hacer frente a la incipiente deslocalización del Capital hacia los países emergentes, algunos dentro de la Unión Europea.

El 58 % de los asalariados en España cobran menos de 1.100 € mensuales. Este demoledor dato es la esencia del crecimiento del empleo y de la economía en España en los últimos quince años, el "milagro español" basado en los bajos salarios y en el miedo al desempleo vía despido libre.

Pero el Capital es insaciable, quiere más. Quiere que desaparezca en España la tutela judicial efectiva en los casos de despido, abaratar el despido, eliminar los salarios de tramitación o que estos sean costeados íntegramente por el Estado, cambiar las modalidades de contrato laboral (en especial el indefinido) legitimando y desnaturalizando aún más la contratación eventual.

Jose Luis Rodríguez Zapatero ya ha dicho al Pueblo lo que pretende el Capital, y ha explicado por qué no hinca la rodilla, pero el Pueblo no le entiende o no capta el mensaje, porque está mal dado. El Pueblo necesita una inyección, algo que le haga despertar y darse cuenta de lo que pretenden quienes se hacen apóstoles salvadores del país, aquellos que maledicentemente dicen que España saldrá más tarde de la crisis que ningún país, y lo dicen sin aportar ningún dato objetivo y a sabiendas de que perfectamente puede no ser verdad.

El Presidente tiene de dirigirse a los que revalidaron su confianza en él en 2008, aquéllos que por mor de la crisis económica desiertan del proyecto socialista a miles todos los días, mirarles a la cara y decirles que si ese, el que propone el Capital, es el país que queremos, que quieren millones de trabajadores, que no cuenten con él, y que si en las próximas elecciones generales en 2012 el PP accede al Gobierno, los trabajadores nos acordaremos. Todo dicho con la máxima de las vehemencias posibles y de forma continuada, machacona, metódica, sostenida.

El Presidente y el PSOE parece que solo se la juegan al tiempo que distará desde la salida de la crisis hasta el 2o12. Puede que no sea suficiente porque, ¿quién puede calcular con certeza ese margen? La pregunta se responde sola.


jueves, 20 de agosto de 2009

MERCADO LABORAL ESPAÑOL, UN PROBLEMA CULTURAL


La Sociedad española es poseedora de factores diferenciales que nos condicionan a nivel político, familiar, en las relaciones humanas en general, en el trato con el diferente, y en el ámbito laboral. Una de las circunstancias que siempre han capturado mi atención es conversar con las personas que en a partir de la década de los 60 del siglo pasado emigraban y pasaron largas temporadas trabajando en la mayoría de los casos en Francia y Alemania. Ellos fueron testigos directos de la dureza de tener el estigma y la condición de emigrante, pero también fueron testigos y conocieron bien la cultura del trabajo en estos países.

Escuchando también a los que en la actualidad han trabajado o trabajan, por ejemplo, en los países nórdicos, puedes llegar a las mismas conclusiones.

En estos países el empresario tiene interiorizado los siguientes axiomas: "necesito tener una plantilla motivada y comprometida, para lo que necesito tener y manterner un clima laboral óptimo, con trabajadores justamente retribuídos, que ganen bien para que sean buenos consumidores y ayuden a que la cadena capitalista no se rompa. Para esto necesito buenos gestores de los recursos humanos, a los que tengo que pagar bien porque son verdaderos profesionales, no aficionados. Estos no tienen que conocer solo el derecho laboral, sino que tienen que saber tratar a los trabajadores, tener nociones de psicología y un gran carisma. Asimismo no me planteo en ningún momento incumplir con los trabajadores, ni en el plano individual ni en el colectivo, ninguna de sus condiciones de trabajo. Un empresario que falla una vez en ese sentido es un empresario que, aunque se le tenga miedo, se le pierde el respeto. Esto va a fomentar, junto con una amplia y buena política de márketing y de i+d+i, que mi empresa sea un engranaje perfecto, y socialmente contribuyo a la redistribución de la riqueza de la que yo, obviamente, me beneficio. Tengo que pagar religiosamente mis impuestos y contribuir con mi país. Necesitamos sostener el Estado del Bienestar, del que se benefician todos los ciudadanos sin excepción".

Pensemos en la clase empresarial española. El empresario español, salvo honrosas excepciones, piensa de la siguiente forma: "necesito tener una plantilla motivada y comprometida, pero solo porque tienen miedo al desempleo. Afortunadamente el despido en España es libre. No necesito pues un clima laboral óptimo, el terror que infunde en mis empleados el desempleo es suficiente para que trabajen al 110 %. Necesito un responsable de recursos humanos mínimamente formado, pero que no tenga mucho cirterio, salvo del mío. No necesito pagarle mucho porque de estos hay cientos, y cuando considere que ya no sirve a mis intereses puedo despedirlo por poco dinero, o le preparo una trampa y se va sin un euro. Necesito contener al máximo el gasto corriente y la inversión, para lo que hay que aguantar con los medios de producción que tenemos hasta que no se puedan reparar y realmente no sirvan. No necesito gurús que me vendan ideas nuevas, que me hablen de márketing, del uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Lo que se ha hecho siempre es lo que sirve. Con mucho cuidado tenemos que ponernos en manos de los ingenieros financieros, y que estos consigan que pague menos impuestos que uno de mis empleados. No me interesa el Estado del Bienestar. Mi familia y la mayoría de los de mi condición tenemos el futuro asegurado con planes de pensiones, plaza en residencias geriátricas si fuera necesario y seguros médicos privados.

¿Se puede cambiar estas diferencias aún siendo conscientes de que muchos piensan que es el primer empresario el que debería cambiar? ¿Como hacer posible un cambio cultural en España de tanta magnitud? ¿Lo necesitamos? ¿Nos damos cuenta de que lo necesitamos?

miércoles, 19 de agosto de 2009

SOCIALISMO (y I)


Es ciertamente sorprendente como los "diseñadores del presente y del futuro" nos hacen ir a todos en una dirección. El uso de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, a parte de facilitar la vida a los individuos de los países desarrollados, nos sitúan en un escenario monocolor e impersonal, dónde las ideas, frustraciones, iras, fobias, prejucios, etc, se lanzan sin pudor y configuran opinión.
Miro con desánimo los comentarios a las noticias que se insertan en las "tiradas digitales" de la prensa diaria, webs de emisoras de radio, medios de comunicación en la red, y muchos otros. Son verdaderos foros hechos para el anonimato, y este lleva al exhabrupto y el espumarajo.
Aquí es dónde se retrata una Sociedad, y precísamente los que más callan son los que deberían ser los timoneles de una Sociedad culta, solidaria y responsable, en la que no existieran los prejuicios y si mucha reflexión, formación (no títulos necesariamente).
Estas voces silenciadas por el Capital, o por los intereses económicos si se prefiere, que buscan la emancipación del Ser Humano a través de la cultura, el conocimiento, la interacción con otras Sociedades y estratos sociales, son las que necesariamente deben emerger, e imponerse.
Todos somos o deberíamos sentirnos socialistas. Al margen de la etimología de la palabra, y de su uso coloquial e incluso despectivo, Pedro Lerroux la definión en 1832 como "la ciencia encargada de velar por el bienestar de la especie humana.
Esta definición, muy adecuada en su época por la semi esclavitud a la que estaba sometida la clase obrera, supone estrictu sensu, que los socialistas, es decir, todos los seres humanos, deberíamos ponernos a la tarea de conseguir el bienestar de los más desfavorecidos, los que no conocen ni conocerán nunca la igualdad de oportunidades. Por los que están bien, poco o nada se debe hacer.
La Enciclopedia Británica es, como siempre, extremadamente fina, y define Socialista "como un sistema de organización social en el que la propiedad privada y la distribución de la riqueza están sujetos al control social más que a la voluntad de individuos que persiguen sus propios intereses y a la determinación de las fuerzas del mercado del capitalismo. El término es aplicado asimismo a los movimientos políticos que llevan a la práctica ese sistema".